martes, 26 de octubre de 2010
Minutos escasos, bizarros y traviesos
La transición entre el día y la noche en el ecuador de África es un abrir y cerrar de ojos, un cambio casi de bombilla (como cuando en los dibujos animados el sol va a toda pastilla bostezando y aparece una luna medio melón con cara de bonachona). Pero lo parece, ya que siempre hay unos minutos (escasos, bizarros y con vocación traviesa) en los que el cielo regala una paleta cromática que más de uno querría para repintar el piso. Sé que he hablado muchas (¿demasiadas?) veces de la luz y del color en Guinea, pero es que uno es de ciudad de cielo gris y adoquines (bueno, ya casi todo asfalto) negruzcos. Esta transición te puede pillar despistado, aunque en un país sin estaciones como las nuestras (o es seca o es de lluvias, pero el frío no existe casi en el diccionario guineano), es fácil hasta saber la hora. Al final, la cámara a punto y una ráfaga de disparos para asegurar que se puedan captar las varias tonalidades. Y casi lo consigo, que al ver la foto estoy seguro que algún color (también escaso, bizarro y travieso) me esquivó como con ganas de jugar.
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La transición del día a la noche en Guinea es tal como lo has descrito. Me impresionó que a las 7 de la tarde en cuestión de minutos pasó del día a noche cerrada. Los colores del cielo preciosos, y el color arcilla de su tierra y los verdes de sus árboles se te quedan en la retina. Y no digamos de los ojos de los niños, eso se clava en el alma.
ResponderEliminarSaludos y bendiciones de una piel blanca que ama a los de piel negra.
Gracias por traerme, por unos instantes,los atardeceres de Evinayong...
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