La Nzalang nacional (o sea, la selección de Guinea Ecuatorial) nunca ha conseguido cosechar éxitos futbolísticos en un continente dominado por potencias como Egipto (ganadora en siete ocasiones de la Copa África), Ghana (con cuatro títulos), Camerún (con cuatro más) y otros, también con al menos un triunfo, como Nigeria, Marruecos, Argelia o Costa de Marfil. O sea, un panorama más que complicado para un país tan, tan pequeñito. Hasta que llegaron las chicas: la misma competición en versión femenina nació hace relativamente poco (en 1991), pero en sus siete primeras ediciones sólo tuvo a un conjunto ganador, el de las Águilas Verdes de Nigeria, que fueron arrasando campeonato tras campeonato, hasta que la octava edición (2008) se disputó en Guinea Ecuatorial. Y allí, las chicas guineanas se hicieron fuertes en casa y dieron la gran campanada, ya que conquistaron la copa, ganando en la final a Sudáfrica por 2 goles a 1. Histórico, vaya, y tal como leí en alguna crónica “no hace falta que se restrieguen los ojos, es verdad, somos campeones de África”. El equipo, liderado por su estrella Ayongmana, tumbó de forma consecutiva a Camerún, Congo, Mali, la intocable Nigeria y Sudáfrica. Los goles de Diala y la propia Ayongmana consiguieron que todo un país vibrara con el fútbol, algo que se repetirá el próximo 2012, ya que Guinea Ecuatorial será la sede de la Copa África masculina de forma compartida con el vecino Gabón. Los gaboneses aportan dos grandes estadios (en Port Gentil y Libreville), mientras las dos joyas de Guinea son los nuevos estadios de Malabo (conocido, viva la originalidad, como Nuevo Estadio, con capacidad para 15.000 personas) y Bata (el Estadio la Libertad, con 10.000 localidades). Yendo desde Malabo hacia alguno de los barrios limítrofes con la ciudad (o tomando ya alguna de las carreteras que permiten acceder al sur de la isla de Bioko) se bordea el nuevo estadio de Malabo, majestuoso en la distancia. Se trata de una infraestructura que ya lleva un par de años en marcha, pero que contará con un hermano pequeño (en el que todavía se estaban haciendo obras) en Bata, un estadio La Libertad en el que pudimos entrar y hasta hacer algunas fotos, un espacio que todavía huele a nuevo y donde el rojo y azul de las gradas, el verde del césped y el marrón de la pista de atletismo ya dan el primer toque de color a lo que será la gran fiesta para el fútbol guineano. Posibilidades de lograr algo grande para el Nzalang, no muchas, pero será su segunda participación en toda la historia de la Copa África (un derecho ganado como organizador) y logrará que miles de personas vivan con pasión los partidos. Me quedé con las ganas de asistir a algún partido de la selección, pero me han contado que la gente lo vive con unas ganas increíbles (en España, por ejemplo, los aficionados están más acostumbrados a asistir a partidos), con ojos como platos y, al más puro estilo Brian Eno, con un muro de sonido constante que ríanse ustedes de las vuvuzelas esas sudafricanas.
En la primera foto podéis ver una parte del interior del nuevo estadio La Libertad de Bata. En la segunda, algunas de las chicas de la escuela Talita Cum de Evinayong que aceptaron el reto de entrenar y jugar con el equipo masculino (entrenado, por cierto, por alguien con nula experiencia como un servidor). Y sin desentonar, oigan, que entre ellas todavía descubriremos a una futura Ayongmana.