lunes, 7 de junio de 2010

Manos desenredando letras

Hay árboles que esconden sonidos, frutos que se convierten en desayunos improvisados, hileras de uniformes blancos y azules que salpican la carretera que cruza la zona de Misong-Minvi, el barrio donde se encuentra la escuela Talita Cum. Hay rancheras que se llenan hasta los topes como si se trataran de autocares escolares. Hay miradas plagadas de legañas y sueño cercenado. Hay agujas de unos relojes casi inexistentes que señalan las ocho de la mañana, cuando el sol siempre luce así como con chulería, todo el año, sin cambios que hacen más para el hemisferio norte. La escuela, de cuerpos medio adormilados, necesita despertar. La escuela recibe seca o llena de barro, pero recibe. Y los alumnos se alinean, forman unas filas con tanto orden como risas tontas, con tanta precisión en los mayores como anarquía en los pequeños. Himno cantado, ejercicios para desperezar y revisión de uniformes o de quien ha traído o no leña o escobillas (material básico en la escuela para limpiar y cocinar). Las manos se levantan, como desenredando letras atrapadas en el aire, como deshilachando vocales y consonantes que deberán ordenarse en pizarras, libros y cuadernos. La escuela parece inventar cada día su propio idioma. Bienvenidos a clase, sí, eso que me suena tan rutinario y que, para otros, es casi un lujo.

1 comentario:

  1. EXELENTE!!!! MUY BUENA REFLEXION, HOLAA SOY PSICOPEDAGOGA, LICENCIADA EN EDUCACIÓN, SOY DE CHILE, PERO SIEMPRE MI CORAZON SE EMOCIONA AL SABER DE GUINEA ECUATORIAL... TENGO UN LLAMADO A LAS MISIONES... MUCHAS BENDICIONESSS

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