sábado, 3 de octubre de 2009

Semana 1. Luz...





Convivir con restricciones de luz obliga a estar pendiente del sonido de la central eléctrica (que funciona unas pocas horas y con petróleo). Obliga a pasear con quinqués que rememoran a tiempos pretéritos. Obliga a madrugar (a las seis, sin pasarse) para dejarse acariciar por el primer sol y que se convierta en un aliado hasta que, a las seis de la tarde, la noche cae de repente, como un manto pesado, aunque lanzado con suavidad y los brazos extendidos para que tome algo de aire y se deposite sin hacer ruido. Nil está descubriendo estrellas en un cielo sin contaminación (no pretende ser un discurso ecológico, simplemente es que no hay) y nosotros debemos acostumbrarnos a no tropezar por la casa.

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