martes, 29 de diciembre de 2009

Semana 15. Vacío




Una escuela vacía nunca quiere llegar a estarlo. Una vez el barullo de voces, risas, algún llanto, canciones y sonidos inclasificables se diluye, en el aire parece quedar algo, una especie de eco que retumba, como esas voces que acechan en las paredes de una casa abandonada o en esa curva de un río donde ya no podemos vislumbrar si surge un lago o una cascada estruendosa. Esas voces se mezclan con los restos más rebeldes que los niños van dejando a su paso: hojas arrancadas de cuadernos que sufren el paso de las semanas, punta de lápices de colores que decoran algún rincón o hasta esas laboriosas arañas (en Guinea, algunas de un tamaño más que respetable) que tejen sin pausa sus trampas en escogidas esquinas con vistas a un mosquito.

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