miércoles, 25 de noviembre de 2009

Semana 10. Trenzar


Trenzar el pelo es un arte, un don, casi un ritual ineludible (con sus dosis, a partes iguales, de paciencia, de dolor y de dedicación) entre las mujeres guineanas. La gran mayoría de chicos no se complica la vida (digamos que las tendencias rastas que popularizaron Marley -y algunos blancos despistados- o las afros de la blaxpoitation americana no cuajan hoy en día entre ellos) y acostumbran a ir prácticamente rapados, pero las chicas suelen cambiar de peinado cada pocos días. Así, se suceden trenzados con pequeños moñitos, con hilos de colores, con una especie de antenas rígidas, con extensiones, con rastas, con alisados de imitacion occidental (para mi, un error estético y cultural) o con, ellas sí, esa especie de corona capilar que, inmediatamente, nos traslada a los Jackson Five o a las andanzas del macarrilla de Shaft. Entre peinado y peinado, muchas mujeres lucen una especie de redecilla o malla, un paréntesis entre cada mutación capilar, un papel que envuelve un regalo sorpresa y que obliga a intentar imaginar qué acabará saliendo de ahí dentro.

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