domingo, 22 de noviembre de 2009

Semana 9. Caza y pesca





Conseguir comida. Algo que asocio a una de esas tareas habituales durante la semana, llamada ir a la compra. O sea, ir al Mercadona que queda a cien metros de casa (hablo de Terrassa, claro, ya que el imperio del clan Roig no ha llegado aún a África). En el día a día guineano, muchos niños se apañan para conseguir carne y pescado fabricando trampas (que ni el McGyver más inspirado) con las que atrapar pequeños antílopes, marmotas o ratones, o pescando con una rudimentaria caña. Sin fibra de carbono, sin mira telescópica, sin hilo de nylon de a nosecuántos euros el metro, sin boya de colores fosforitos, sin gusanos criados casi en una granja, sin un carrete que se desliza con un zumbido adictivo para cualquier pescador, sin chaleco caqui de doce bolsillos, sin gorra con carpa bordada y sin sillita plegable tamaño liliputiense. Hablamos, literalmente, de una caña, un palo a lo sumo, con cuerda y gusano, conseguido, eso sí, en el mejor criadero de gusanos del planeta: la misma selva. Y bien gorditos que salen, que a los peces como que se les van los ojos.

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