domingo, 1 de noviembre de 2009

Semana 6. Escuela (Gertrudis)


Gertrudis es alumna de primer curso en la escuela Talita Cum de Evinayong. La piel de su rostro, en parte quemada desde que cayó al fuego de la cocina (recordemos que en la mayoría de casas guineanas es fuego en el suelo, con leña) durante un ataque epiléptico, así como un brazo y una pierna con escasa movilidad, le confieren un aspecto que, para algunos, es resultado de una maldición. De brujería. Pero Gertrudis no está maldita ni es víctima del conjuro de una bruja. Nada de eso. El curso pasado (el primero que asistía a una escuela) se lo pasó llorando o desafiando a los maestros, pero ahora ya es capaz de mostrar orgullosa como está aprendiendo a escribir su nombre en el cuaderno, un cuaderno que cuida como su bién más preciado, así como un lápiz de punta rebelde (suele romperla al presionar demasiado y el uso constante del afilador –en Guinea suelen rerír con ganas al oír la palabra sacapuntas- acorta la vida del pobre lapicero) y una goma de borrar, también ya medio gastada por aquello del ensayo y error, completan el tesoro.
Hace unos días le dio un ataque en la escuela. Su cuerpo se retorció, y tras unos espasmos ante los que sólo cabe intentar que no se golpee la cabeza ni se muerda la lengua, Gertrudis fue volviendo en sí, aunque pasó un buen rato aturdida, sin reconocer a nadie, asustada, huidiza como un animal acorralado. Al día siguiente volvía a sonreír y a pedir (recordemos la categoría de tesoro) que le guardara el cuaderno, el lápiz de punta rebelde, la goma medio gastada y unos garabatos que, poca broma, son los primeros intentos de un niña de escribir su nombre.
Cuando me vió con la cámara huyó despavorida, hasta que hace unos días ella misma pidió que le hiciera una foto. Eso sí, sólo una. Yo también tengo mis tesoros, claro.

    No hay comentarios:

    Publicar un comentario